Cusco


Cusco es una ciudad situada en la Cordillera de los Andes peruanos a  3400 metros sobre el nivel del mar posee una gran variedad de monumentos, ruinas y restos arqueológicos y por otro lado también posee un encanto particular en muchos de sus rincones no tan visitados. Por ello os llevamos a descubrir esta ciudad y sus alrededores.

Visitamos sitios como la Plaza de Armas, el barrio de los artesanos San Blas, el Templo Convento de Santo Domingo, construido encima del Templo del Sol, el Mercado de San Pedro, pero luego hay una diversidad inmensa de museos, palacios y templos todos conservados en perfecto estado. Mientras recorres sus calles te das cuenta de la importancia y esplendor que tuvo en la época del Imperio Inca.

Habíamos oído hablar sobre lo bonita que es esta ciudad pero hasta que no estás allí no te das cuenta de lo que trasmite, es una mezcla de misticismo, la gente de la zona, la simbiosis de la arquitectura combinando el estilo incaico y el colonial, sus calles empedradas, sus cuestas, su situación rodeada de montañas… es todo, nos encantó.

Cusco, ciudad imperial

Plaza de Armas

Situada en el centro de la ciudad es de los sitios más representativos. A sido una plaza muy importante desde los tiempos Incas, donde se ha realizado todo tipo de actos desde ceremonias sagradas, fiestas del Sol (Inti Raymi), y aquí fue donde proclamó la conquista de Cusco por parte de Francisco Pizarro.

En época Inca se encontraba rodeada de los palacios de los nobles y una vez llegados los españoles construyeron edificios coloniales y religiosos como la Catedral o la Iglesia de la Compañía de Jesús.

Pasamos por esta plaza muchas veces a lo largo de las semanas que estuvimos y la vimos de mil manera, con sol, con lluvia, llena de gente, casi vacía, de noche , de día y siempre teníamos la sensación de que debíamos fotografiarla, como si la viéramos más bonita cada vez. Una tarde que íbamos paseando nos sentamos en un bordillo, debajo de los porches que hay alrededor de toda la plaza, solo para observar los edificios, ver a la gente pasar, el trajín de los coches etc.

Barrio de San Blas

El barrio de los artesanos es uno de los sitios más pintorescos de la ciudad y aunque es muy turístico conserva el ambiente bohemio y andino. Se llega a él subiendo por las calles que están detrás de la catedral de Cusco. Recorrerlas con calma pues está lleno de cuestas empinadas aunque también encontrareis talleres artesanos y restaurantes para ir parando por el camino o algún artista que os haga una trenza en medio de la calle.

La calle Hatun Rumiyoq es la calle más transitada de este barrio y podríamos decir más fotografiada porque en ella se encuentra la Piedra de los doce ángulos. Esta piedra está situada en los muros del Palacio Arzobispal y es tan popular por su bordeado de doce ángulos donde no cabría ni un alfiler.

Hay más piedras de estas características en el arte inca pero esta está ubicada en el centro de Cusco por eso la hace tan visitada.

La Iglesia de San Blas es la más antigua de Cusco y está construida sobre un santuario inca. En ella se ubica un púlpito de madera tallada considerado como la máxima expresión de la época colonial cusqueña.

Justo al lado de la iglesia está la Plaza de San Blas donde si vais el sábado podréis encontrar una muestra de arte y artesanía, música y gastronomía local y por supuesto no olvidaros de hacer alguna foto a las vistas de la ciudad desde la plaza.

Sus callecitas estrechas y de casas bajas, hace de este barrio un sitio encantador, atractivo y singular. Tiempo atrás, durante el Imperio Inca, fue muy importante en el Cusco ya que aquí residía parte de la nobleza quechua.

Cusco San Blas

Templo del Sol o Qoricancha

Es el templo Inca mejor conservado en Cusco. Fue un templo dedicado al Sol (Inti) el máximo dios Inca. Estaba recubierto de oro y se le conocía como el recinto de oro. En la colonización fue entregado a la orden religiosa de los Dominicos, los cuales edificaron la iglesia y el Convento de Santo Domingo encima de él. Gracias a un terremoto que se produjo en Cusco se cuartearon las paredes dejando al descubierto los restos incas.

Mercado de San Pedro

El exterior no destaca por nada en concreto, la apariencia de cualquier mercado que podamos encontrar por aquí pero en su interior hay algo nuevo para descubrir, al menos para nosotros.

Al entrar un desorden dentro de su propio orden donde todo cabe y hace que los pasillos laterales del mercado se ensanchen o se estrechen dependiendo del producto que se tenga y se pueda sacar a vender. Un puesto se encuentra junto al otro, parece no haber delimitaciones, son una gran familia, entre ellos se prestan el producto y el cambio de dinero.

Todo está separado como por zonas, no puedes dejar de mirar hacia todos lados, dependiendo por la zona que pases se van activando tus sentidos. El olfato se agudiza al pasar por la zona de las especies, la de las flores y sobretodo en la de las carnes, aunque en esta última zona no es por el deleite que pueda despertar el olor, al contrario, es para valientes. Tus ojos no se quieren perder detalle al pasar por la colorida zona de suvenires donde todo cuelga y se expone, encontraras todo lo que quieras.

Tu oída no deja de escuchar como hablan en quechua o ese acento peruano tan lindo. El gusto y el tacto vendrán cuando paséis por la zona de puestecitos de comida, donde la comida típica de la zona se expone para que puedas comértela allí mismo.

El ambiente familiar se percibe en todo el recinto y te entran ganas de darte unas cuantas vueltas por dentro pasando una y otra vez por los mismos sitios, apreciando cada rincón y viendo cosas que en la anterior pasada no habías visto.

Por suerte nosotros nos hospedábamos cerca de este mercado y lo visitamos bastantes veces, para pasear, para comer o desayunar, comprar flores o incluso para dejar un pantalón que se nos descosió.

A la salida del mercado también encontrareis mujeres vendiendo verduras típicas de la zona, hoja de coca, papas, etc., todas formando una marea de manteles y comida en las aceras.

A las afueras de a Cusco

Tambomacahy, Pukapukara, Q’enqo y Sacsayhuaman

El Cristo Blanco

El Cristo blanco se encuentra a las afueras de la ciudad de Cusco, en el cerro de Pukamoqo  a 1,5km desde la plaza de armas,  25 minutos andando, eso sí de continua subida. Es un símbolo para la ciudad ya que se ve perfectamente desde muchísimos puntos de esta al estar ubicado en lo alto de un cerro y medir 8 metros altura.

Es todo de color blando y por la noche con la iluminación que cuenta es precioso verlo brillar desde la plaza de armas con sus brazos abiertos. Desde este cerro podréis ver una panorámica de todo la ciudad de Cusco y aparte podéis aprovechar para visitar la ruinas de las afueras de la ciudad que se encuentran muy cerca.

Nosotros no hicimos la visita a las ruinas porque nos parecía un robo este del boleto turístico completo y solo compramos el parcial para visitar las ruinas de Ollantaytambo, Pisac y Chinchero pero nos dimos un paseo por el exterior que se puede apreciar bastante bien sobretodo en Q’enqo que se ve todo desde fuera.

Para llegar al Cristo Blanco y las ruinas fuimos andando desde la Plaza de Armas, subimos por la Cuesta del Almirante hasta llegar a la Plazoleta de las Nazarenas y subimos por la calle Palacio que poco después pasa a llamarse Pumacurco. La calle acaba en un tramo de escaleras que lleva a una curva cerrada de la calle Don Bosco donde encuentras tiendas, paraditas y  gente vendiendo jugos, choclos, gorritos etc. Es en esa misma curva donde ya accedes al Parque Arqueológico de Saqsayhuamán.

Sino queréis subir andando las combi se cogen en la calle en la calle Recoletos, son las del Sr del Huerto, van indicadas y os dejan en Tambomachay por 1 sol.

El exterior se ve impresionante la verdad con ese imponente muro de piedras enormes. En quechua significa “lugar donde se sacia el halcón” y hay dudas de si fue una fortaleza militar para entrenar a los guerreros o un centro ceremonial para el culto al dios Sol.

Continuamos subiendo, bordeamos las ruinas y las dejamos a la derecha para cruzar un puentecito y subir el cerro de Pukamoko (3.600 m. de altitud), donde está el Cristo Blanco.

Bajamos de la colina por un camino y luego continuamos caminando campo a través hasta llegar a la carretera que lleva a Qenqo.

Subimos bordeando la calzada a hasta llegar a un bosque de eucaliptos por donde más adelante está la entrada a las ruinas. Desde el camino que bordea las ruinas se ve bastante bien.

Se desconoce para que sirvió exactamente este emplazamiento aunque se baraja opciones de que pudo ser un anfiteatro o un santuario.

Aquí dimos media vuelta y empezamos a bajar hacia Saqsayhuamán. Esta vez no campo a través sino por unas casas que quedan a la derecha hasta llegar al punto de control de acceso a Saqsayhuamán. Aquí te obligan a desviarte por un sendero que queda a la izquierda, donde nos encontramos unas cuantas alpacas pastando. Es un paseo relativamente corto que os aconsejamos hacer si vais a estar unos días por Cusco.


Aparte de la visita a los alrededores de la ciudad de Cusco, en nuetsro paso por Perú también descubrimos:

Y estuvimos colaborando en el proyecto social  Aldea Yanapay.


3 comentarios en “Cusco”

  1. Una pintoresca plaza. Estuve allí un sábado, así que había puestos de venta de souvenirs que parecían ser más únicos (probablemente hechos individualmente en comparación con la producción en masa) que los recuerdos que se encuentran en los cientos de puestos en Cusco. Probablemente un buen lugar para encontrar algo único. Sube los escalones y tendrás una bonita vista de parte de Cusco. Definitivamente vale la pena un corto paseo desde el centro de Cusco.

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